26/5/14

El poder en el deporte


De manera misteriosa hace tiempo que pienso en la influencia que los deportes/deportistas tienen sobre las personas y el inconsciente colectivo. Digo de manera misteriosa porque yo no soy aficionada a deportes, y el hecho de ponerme a pensar en eso, o en intentar comprender la lógica que hay detrás de una victoria o una derrota, me sorprende.

Hoy, echando un ojo a un libro del Dr. Hawkins y viendo cómo se han desarrollado algunos acontecimientos deportivos últimamente, he ligado algunas cosas.

Lo primero que me llama la atención es que hay deportes que nos provocan una sincera admiración hacia el deportista que consigue un logro, un atleta, nadador, esquiador etc.; despierta en nosotros el espíritu sanamente competitivo y de superación, porque intuimos la lucha heroica que ha hecho por superar todas las barreras y limitaciones humanas, para lograr lo que a veces parece realmente imposible.

Hay deportes como el fútbol, que además de despertar una inmensa lealtad, pasión y orgullo hacia su equipo, también provoca a la bestia que mora dentro de muchas personas, haciendo que ese espíritu sanamente competidor se salga de la deportividad, del respeto y entre en el terreno de la humillación del contrario, sea un jugador o un aficionado.

Cuando un atleta logra batir un récord, muchas veces ha sido después de entrar en un estado elevado de conciencia, como si hubiera estado horas en meditación. Este estado aparece justo cuando el jugador, ciclista, futbolista etc, llega a su límite. Traspasar esa barrera y percibir que ha superado lo que conocía o imaginaba como su frontera, hace que de repente el cuerpo se mueva solo, sin esfuerzo, con precisión, como si estuviera siendo dirigido por una fuerza invisible.

Te presento a esa fuerza invisible: el Ser.
El Dr. Hawkins le llama “el Poder”.


Podemos vivir desde el Poder o desde la fuerza. O lo que es lo mismo, desde el Ser, o desde el virtual humano; dese el Yo Superior o desde el Yo inferior, el Espíritu o el ego. El Poder, el Ser, es la fuerza a la que nada se opone, es esa influencia que hace que todo se mueva sin que tengas que hacer nada.

En las artes marciales, la motivación, los valores y los principios, son casi más importantes que la preparación física. “Deje de usar la fuerza”, dicen algunos entrenadores. El Ser superior debe dominar a su Ser inferior para encontrar el equilibrio en todos los aspectos de su vida, no sólo en el deportivo.

Porque la verdadera grandeza en los logros deportivos, va a ser siempre la humildad. Humildad en su vida y soberbia en el terreno de juego, en la pista, en la cancha. Y el equilibrio entre humildad/soberbia sólo lo logrará expresando su gratitud y tomando conciencia de que sus resultados no provienen de él como cuerpo virtual que entrena mucho; sino que el máximo esfuerzo personal le llevó a cruzar ese límite por él conocido, donde de manera casi mágica fue dirigido por un desconocido poder mayor. Es ahí donde descubre que hay algo no humano moviendo su cuerpo de humano, su Ser. El Ser dirige, el cuerpo sólo actúa.

Un deportista puede comprobar fácilmente como actúan estos dos poderes: Poder/fuerza, Ser/virtual, Espíritu/ego. Si durante un entrenamiento está dándole vueltas a bajos pensamientos, preocupaciones, miedos etc., verá cómo se va a debilitar. Estaría viviendo desde la fuerza/virtual/ego. Da igual si está participando en unas Olimpiadas o haciendo footing por la calle. 
Los bajos pensamientos son muchos: preocupaciones, codicia, deseo de alcanzar la meta para despreciar al contrario, para ganar más dinero, más fama, orgullo mal calibrado, o sea, referenciándose fuera para sentirse mejor que el contrario etc.
Por el contrario, si esos pensamientos van hacia el honor de su equipo, de su país, de su deporte, la dedicación o el regalo de su esfuerzo a un ser querido o a su afición, o sea, el orgullo bien calibrado, ese deportista va a sentir como se va a fortalecer de manera poderosa. Estaría en el Poder/Ser/Espíritu.

Me contaba una vez un ciclista que tras una "noche loca" de divertirse mucho, descansar y dormir muy poco durante un Giro, el Tour o la Vuelta, (ya no recuerdo), comenzó al día siguiente la carrera sabiendo que no iba a poder acabarla ni hacer nada por su equipo. No tenía fuerzas para nada. Cuando se hizo consciente de su flojera y se puso a pensar en lo que se la provocó, sus pensamientos giraban entorno a esa noche loca y divertida que había pasado. De repente empezó a sentir que la bici se movía sola, "como si no tuviera cadena". Ese día fue el ganador de la etapa.
¿Qué pasó? Se rindió, se olvidó de la meta, renunció a llegar, llenó su mente de pensamientos agradables (los de la noche loca), que le provocaban emociones de alta vibración, olvidó de la carrera, se limitó a pedalear y su Ser tomó el control. 

Hemos visto muchas veces partidos, carreras, competiciones etc, que “se dan la vuelta” contra todo pronóstico. ¿Cómo fue eso? Quizá empezaron mal por sus bajos pensamientos, pero cuando esas metas egoístas se olvidan porque sienten que ya lo tienen todo perdido, y se dedican a jugar simplemente por el amor a lo que hacen, de manera misteriosa, todo mejora. 
O al revés, todo está de cara, cuando lo ven prácticamente ganado y se imaginan en el pódium, con un montón de prensa, fama, dinero; o sea, cuando aparecen las expectativas personales, les hace perder la fuerza, se debilitan y pierden lo hasta ahí logrado.

Si damos rienda suelta a las más altas y altruistas motivaciones, en lugar de dejarnos llevar por el interés hacia uno mismo, de manera mágica, magnética, aumentará nuestro Poder por encima de la fuerza. Un poder que supera con creces el de la habitual capacidad física, porque procede de nuestro Ser.

El espíritu extremadamente competidor de algunos deportistas y aficionados, debería girar hacia la admiración del oponente, ya que el esfuerzo, el sacrificio y la dedicación que han hecho para llegar ahí, han sido los mismos. Reconocer el trabajo del contrario, impregnaría el inconsciente colectivo de amor incondicional, respeto, honra, honor, humildad y gratitud. Nos hace falta un poquito de eso ¿no?.

El verdadero poder atlético, el poder que proviene del Ser, se caracteriza por la elegancia, la sensibilidad, la empatía y el equilibrio de sus vidas fuera de la competición. Eso es lo que acaba convirtiendo a los deportistas en líderes, en leyendas, porque el gran público percibe que por encima de cualquier ambición estrictamente personal, el ciclista, el futbolista, el atleta etc, es una persona completa movida por los más altos principios.
Por el contrario, si el deportista que ha alcanzado la victoria, se queda referenciado en lo que hace y no en lo que Es, se queda viviendo desde la fuerza (virtual, ego) y no desde el Poder (Ser, Espíritu), el día que deje de competir, o cuando la prensa deje de perseguirle, o aficionados de admirarle, se va a hundir. Porque si cree que él ES lo que hace, cuando deje de hacer, dejará de SER. Lo hemos visto muchas veces con deportistas que pasan de la gloria, a las drogas; de estar entre los dioses, a bajar a los infiernos.

El poder atlético, el espíritu olímpico, también está en cada uno de nosotros, aunque no nos hayamos puesto unas zapatillas de deporte en la vida. Superar la propia meta, el afán de crecimiento personal lo tenemos todos, lo importante es hacerlo por nosotros mismos y no para medirnos, humillar, o superar a los otros.
Los deportistas de élite tienen el poder de despertar esos altos valores dormidos en nuestra conciencia individual y el inconsciente colectivo, porque el gran público no les admira por lo que tienen o lo que pueden conseguir con su dinero o influencia, les admira por lo que hacen y por lo que logran siendo lo que son.

O al menos, eso me gustaría.

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